La Habana, más que un destino turístico.
Antes de la Revolución, La Habana era el destino turístico más popular del Caribe, sobre todo para los estadounidenses, quienes buscaban evadir las estrictas restricciones de la ley seca. Más tarde con la Gran Depresión y el deterioro de las relaciones con EE.UU, el turismo disminuyó considerablemente.
En la Habana se mezclan majestuosamente las dos caras de la ciudad: la parte señorial, rica y colonial, que hace un contraste espectacular con las antiguas casas centenarias. Esta heterogeneidad, otorga a la ciudad en conjunto un magnífico halo caótico y decadente, un atractivo por el cual, más de un millón de turistas al año, deciden viajar a la Habana.
La Habana vieja es la zona más antigua de la capital cubana, así como una de las mejores ciudades coloniales de América. En ella confluyen numerosos estilos arquitectónicos, una mezcla de iglesias, casonas, plazas y palacios. Paseando por la Habana colonial, es fácil trasladarse e imaginarse que estamos en el siglo XVIII. Sin embargo, el buen estado de esta zona, no habría sido posible de no ser por la labor de restauración que se llevó a cabo durante los años 60, por los propios habitantes.
En 1982, La Habana Vieja fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La ciudad de Habana tiene tradiciones, museos, contrastes, en suma con la hospitalidad y gentileza de sus gentes, con los que consigue, en definitiva, esos “sol y son” que hacen de esta ciudad un destino maravilloso para cualquier viaje a Cuba.
Actualmente, la capital de Cuba se ha convertido en uno de los destinos más solicitados, tanto para los viajes al Caribe como uno de los lugares con mayor tránsito de turismo de América Latina.